Hoy, según datos de la ONU, nunca ha habido tantas personas en el mundo que se desplazan y viven fuera de su lugar de origen. En 2019, había 272 millones de migrantes en el mundo, 51 millones más que en 2010. ¿Es esto un problema? ¡No, todo lo contrario!
La migración es una oportunidad histórica para propiciar encuentros, enriquecerse culturalmente, intercambiar habilidades entre pueblos y ciudadanos del mundo para progresar juntos y enfrentar los grandes desafíos de la humanidad. La pandemia que estamos viviendo muestra que los migrantes a menudo aportan sus habilidades para hacerle frente, en particular trabajando en los servicios de salud, el transporte, la restauración y numerosos servicios personales. No olvidemos que los migrantes son ante todo trabajadores. Ellos, son nuestros hermanos y hermanas.
Muchos economistas están de acuerdo en que la migración suele ser una oportunidad para la economía del país anfitrión.
Y, sin embargo, las noticias recientes nos envían imágenes aterradoras. El mar Mediterráneo se ha convertido en un cementerio para las personas que huyen de la pobreza y las guerras. En todo el mundo, los migrantes son señalados, arrestados, perseguidos, acosados. Todavía tenemos en mente las imágenes de la policía arrancando las lonas de las tiendas de campaña de los migrantes en varias ciudades de Francia, como Calais, ¡pero también en París! Nos horroriza ver a mujeres, hombres y niños durmiendo a la intemperie en la frontera de Polonia y Bielorrusia. Europa tiene el deber de la hospitalidad. Sin embargo, hoy en día, se utiliza a los migrantes como chivos expiatorios. Esto es útil para ocultar a los realmente responsables de las crisis sociales y ambientales, los que dirigen un sistema en el que la ganancia financiera predomina sobre los humanos.
En lugar de fomentar la bienvenida y conocer a las personas, en muchos lugares se están construyendo muros. Hoy, hay más de 1.000 kilómetros de murallas en Europa y el mundo nunca ha visto construirse tantas. Como si los países más ricos estuvieran tratando de atrincherarse contra los más pobres.
Somos movimientos de trabajadores y trabajadoras. Somos muy conscientes de que la precariedad en la que se encuentran las poblaciones migrantes les obligan a trabajar en condiciones laborales a menudo indignas. Esta situación también sirve para cuestionar los beneficios sociales de los trabajadores en el país de acogida y para dividir a los trabajadores entre ellos. ¡Actuar por y sobre todo con los migrantes también significa actuar por los derechos de todos los trabajadores! Así lo recordaron en Francia los trabajadores indocumentados que se atrevieron a ir a la huelga en noviembre de 2021, con su sindicato para exigir la regularización de su situación.
También pensamos en todos los y las militantes de los movimientos del MMTC que trabajan con migrantes. Así, lo explican, militantes de la ACO en Burdeos, Francia, de por qué están involucrados: “Esta falta de humanidad nos golpea profundamente, porque la dignidad de estas personas ha sido violada. Nuestros compromisos de fraternidad, de apoyo con las asociaciones se refuerzan ante la violencia con la que se trata a los seres humanos”. En otras ciudades de Francia, como Calais, en la región de París, en el sur de Francia, etc. los y las militantes están tomando medidas.
Algunos incluso son procesados por los tribunales. ¡Sin embargo, la solidaridad no es un crimen!
Pensemos también en los propios migrantes que también se encuentran en nuestros equipos y aportan toda su riqueza humana. Estas acciones son una buena noticia, semillas de una humanidad renovada, que queremos seguir germinando.
Como militantes del MMTC, queremos seguir caminando tras las huellas de Jesús, que prefirió dirigirse a los más pequeños, los más pobres, los excluidos de nuestra sociedad.
La historia de la Humanidad es una historia de migración, de encuentros, de mestizaje.
Queremos seguir siendo los co-creadores de un mundo mejor.
Nos encontramos con estas palabras del Papa Francisco pronunciadas el 26 de septiembre con motivo de la Jornada Mundial del Migrante y del Refugiado:
"Este es el ideal de la Nueva Jerusalén (cf. Is 60; Ap 21,3), donde todos los pueblos se unen en paz y armonía, celebrando la bondad de Dios y las maravillas de la creación. Pero para lograr este ideal, todos debemos esforzarnos por derribar los muros que nos separan y construir puentes que fomenten una cultura del encuentro, conscientes de la íntima interconexión que existe entre nosotros. En esta perspectiva, las migraciones contemporáneas nos brindan la oportunidad de superar nuestros miedos y dejarnos enriquecer por la diversidad del don de cada persona. Luego, si queremos, podemos convertir las fronteras en lugares de encuentro privilegiados, donde el milagro de un nosotros creciendo puede florecer."
Escrito por la Acción Católica Obrera de Francia
Oración del MMTC para el Día del Migrante