Sr. Presidente
Señor Director General,
Señoras y Señores Delegados,
Intervengo como copresidente del Movimiento Mundial de Trabajadores Cristianos. Hoy reúne a más de 50 organizaciones de cuatro continentes.
Acogemos con satisfacción la claridad y el compromiso expresados en el Informe del Director General. Compartimos su diagnóstico: el vínculo entre empleo, derechos y crecimiento se está debilitando en un contexto de creciente descontento, inseguridad y desigualdad. Lo vemos en nuestras comunidades, entre trabajadores empobrecidos y precarios, sin acceso a la protección social ni a una participación real.
La afirmación de que el trabajo es una cuestión de "respeto a la dignidad" de cada persona resuena plenamente con nuestra visión cristiana del trabajo como medio de realización personal, de servicio al bien común y de fraternidad entre los pueblos.
Quisiéramos destacar tres aspectos y dar algunos ejemplos:
- En primer lugar, la urgencia de poner en el centro el trabajo digno. No cualquier trabajo, sino uno que respete los derechos, ofrezca condiciones dignas y proporcione una vida con sentido.
Por ejemplo, en Europa una nueva directiva pretende proteger mejor a los repartidores de paquetes en plataformas, los nuevos esclavos del cliente rey.
- En segundo lugar, la importancia de revitalizar el diálogo social. La democracia en el trabajo y en su organización es un requisito previo para las sociedades justas y avanzadas. Necesitamos una auténtica participación de los trabajadores, especialmente de los más excluidos, de los que más sufren. En el MMTC trabajamos para sensibilizar a los trabajadores sobre la importancia de organizarse para que se oigan todas las voces.
En Mali, pequeñas camareras de hotel están creando su propio sindicato.
En la República Centroafricana, 4 empleados murieron y varios resultaron heridos al explotar una turbina en Palme d'Or, a pesar de las advertencias de los servicios de salud y seguridad. Los trabajadores se movilizaron y se instalaron mejores equipos.
- En tercer lugar, compartimos la necesidad de un nuevo pacto social que proteja el trabajo, ya sea formal o informal, y que también proteja el planeta. Estamos trabajando en este como parte de nuestro plan cuatrienal titulado "Justicia social en una economía para la vida". "Ningún trabajador sin derechos. Ninguna familia sin techo. Ninguna persona sin dignidad", dijo el Papa Francisco.
Por ejemplo, en Madagascar, un grupo de madres solteras ha decidido cultivar colectivamente una parcela de tierra para alimentar a sus hijos, y en Japón hay equipos que acompañan a los trabajadores migrantes para defender sus derechos.
Cuidar el trabajo empieza por cuidar a las personas que trabajan. Esta es una dimensión esencial del trabajo decente que no puede ser ignorada en las políticas laborales ni en las decisiones económicas.
Compartimos la preocupación de Monseñor Ballesteros por el valor del trabajo de cuidados, muchas veces invisible o no remunerado, aunque represente la esencia misma de la relación entre las personas. Realizado principalmente por mujeres, este trabajo es el camino hacia la solidaridad y la inclusión".
Queda una gran preocupación: en muchos países nuestros activistas sufren represión y son silenciados, el último ejemplo es Nicaragua.
Como movimiento de inspiración cristiana, esperamos que la OIT y sus mandantes fortalezcan su relación con la Santa Sede durante este pontificado, para que juntos podamos avanzar hacia una globalización de la justicia y la dignidad, donde el trabajo decente sea una realidad para todos, en todas partes.
Con esperanza, y fortalecidos por la experiencia de lucha y solidaridad de miles de trabajadores cristianos en todo el mundo, afirmamos nuestro compromiso en este camino hacia la justicia social y la paz duradera.
Gracias por escucharnos.
Christine ISTURIZ